Biografía de Nicolás Almagro por Enrique Gómez
Nicolás Almagro Sánchez nació el 21 de agosto de 1985 en Murcia. En la actualidad ocupa la 15º posición en el ranking de la ATP.
Algunos años después, no muchos, en la tierra batida de Gstaad, Nicolás Almagro habría de recordar la tórrida mañana de verano en que su hermano le regaló su primera raqueta. Tan pequeño, aquel objeto trenzado y azul lo había asaltado desde el anonimato del escaparate pocos meses antes. El pequeño Nico la cortejó durante todo un invierno. Paraba cada día dos veces, ida y vuelta del cole, ante la tienda de deportes Romero, y observaba la raqueta azul brillante con aire incrédulo. Jamás había visto un color parecido. La caña vertiginosa, casi fluorescente, bajando hacia el mango negro y espumoso como un humo helado. De verla, Nicolás aprendió a señalar. Cada mañana, al pasar por la tienda de deportes, se colgaba del brazo de su madre y pegaba el dedo índice al cristal. – ¡Es esa, es esa!- Su madre evitaba siquiera girar la cabeza y lo arrastraba, insurrecto, condenándolo al aburrimiento de las mañanas lectivas. Pero Nicolás siempre fue un niño obstinado. Empleaba las horas dibujando raquetas en su bloc. Con ceras, con lápiz, con rotulador, con témperas, raquetas esbozadas, estrechas, derretidas, raquetas cubistas, impresionistas, abstractas. Pero todas azules. Hasta que un día su hermano Juan, reflejando su vocación de profesor, cargo que hoy desempeña, decidió examinar su bloc por curiosidad. Tras constantar la monotonía obsesiva de los dibujos de Nico, habló con Balta, su otro hermano, y ambos convinieron en destinar sus ahorros en la raqueta azul, que era también la más cara de la tienda.
A sus ocho años recién estrenados Nicolás empuñaba la raqueta como el que empuña un cuerpo, con la mirada inaugural del niño cuya mano apenas basta para rodear el mango. Él no entendía de dinero. Sus hermanos, aficionados al tenis, lo inscribieron en el Club de Algezares, una pedanía murciana. Allí empezó a progresar a pasos agigantados y al año siguiente ya estaba en el Escuela de Tenis de Murcia, haciendo las delicias de los cazatalentos y parroquianos con su imponente pegada. Fue entonces cuando conoció a Antonio González, entrenador que le acompañaría durante toda su vida. Todo pasó muy rápido, Nico aprendía a una velocidad inusitada. Cundieron dos años de aprendizaje para que, en su primera participación, ganara el Campeonato de España de la categoría infantil. Ya todo sería frenético. Otros dos años más tarde, cuando era cadete, revalidó el título y obtuvo el primer puesto en los Juegos Olimpícos Juveniles, que aquel año se celebraron en Murcia. Casi nada importaba ya la raqueta azul, que acabó despedazada de jugar con ella al minigolf. El horizonte de Nicolás se antojaba amplio, inescrutable. Conforme fue progresando se vio obligado a dar de lado todo lo que no fuera tenis, excepto su música, la playstation y algún partido de fútbol ocasional, aficiones que aún hoy conserva. Sin embargo desdeñó la escuela desde muy pronto. Apoyándose en su novia y compañera de clase, que le mantenía ligeramente al tanto, Nicolás se obcecó en el medio al que pertenece: La pista, la raqueta y el entrenamiento. Al igual que un alumno superdotado intelectualmente debe acudir a un centro que aproveche al máximo su potencial, un superdotado del deporte debe enconarse en la cancha hasta conseguir demostrarlo. En ese sentido, Nicolás Almagro no se entretuvo demasiado. Con 19 años comienza su andadura en el circuito profesional de la ATP logrando un Challenger en Olbia, Italia. Aunque para todos fue mucho más significativa su victoria ante el todopoderoso Alex Corretja en el Conde Godó. Sete Gibernau, el piloto, se acercó a Nico en el descanso del torneo –A ver si pierdes pronto, que tengo hambre. Pero Nico hizo lo impensable, ganó a Corretja, tapó bocas. Desde entonces, comenta, va con Valentino “a muerte”.
Lo que tiene la ATP, así como la LFP, la ACB o la NBA, es que son un muestrario de leyendas vivas y leyendas por hacer. En ellas incurren viejas glorias y glorias emergentes. La tierra es pasarela, también el césped, la pista dura, puede uno estar observado por las grandes estrellas de la televisión desde la grada, examinado por la mismísima reina de Inglaterra en el impenetrable tapiz de Winbledon. Y entonces el niño conoce a los titanes de su panteón, y no es uno de ellos todavía, es acaso Patroclo, cuyo triunfo consiste en arrearle un par de mandobles al grandioso Héctor, un arañazo al menos ya es victoria, solo que Nico no muere prematuro en la batalla, si no que éstas lo hacen fuerte y lo rearman. En Hamburgo, dos años después de ganar a Corretja, Almagro se enfrentó a Coria, finalista de Roland Garros,y a Gustavo Kuerten, a quien puso en serios aprietos. Ese mismo año disputó su primer Gran Slam, el Roland Garros, según él el torneo más deseado para cualquier tenista español. Tras ganar tres Challenger consiguió hacerse un hueco en el top 100 de la ATP. En el año 2005 debutaba en Wimbledon y en el 2006 se alzaba con su primer título ATP tras vencer en la final del IV Abierto de la Comunidad Valenciana al francés Gilles Simon, con un juego potente e impetuoso que apenas dio opción a peloteos largos. Se convertía así en el jugador más joven de la historia en ganar el torneo. Nico cerraba el año como Campeón de España absoluto y número 32 del ranking mundial. En 2007 ganaba por segundo año consecutivo el Open de la Comunidad Valenciana, su primer título ATP del año y segundo en su carrera. En ese mismo año alcanzaba la tercera ronda en el US Open, revalidaba su título como Campeón de España y escalaba puestos en el ranking mundial hasta encontrarse entre los veinte primeros. Nicolás Almagro explotó definitivamente en 2008. Su tenis maduró notablemente hasta convertirse en uno de los jugadores más respetados sobre tierra batida, donde hace gala de sus principales armas: el saque y la derecha. Ese año debutó en la Copa Davis jugando contra Perú, consiguiendo la victoria en los dos partidos que disputó. En febrero encadenó siete victorias consecutivas, ganando en Costa do Sauipe (Brasil) y Acapulco (México), confirmándose como el gran vencedor de la Gira Latinoamericana. Tras estos triunfos sobrevino un tiempo de sequía de 17 meses. Su temperamento, dicen, le jugó una mala pasada, además su entrenador de toda la vida, Antonio González, sufrió un ictus que lo obligó a apartarse de su vida profesional. No obstante con José Perlas, su actual entrenador, parece que ha vuelto a resurgir su mejor tenis. Este verano derrotó a Söderling, y en la arena de Gstaad, frente al gran Gasquet, ganó el trofeo que lo catapultó a las inmediaciones del top 10 de la ATP. La tierra batida de Suiza le propinó un golpe de efecto a su mala racha, le hizo creerse de nuevo grande y pequeño a un tiempo. Fue entonces cuando, trofeo en mano, echó la vista atrás, miró la tierra, y recordó las mañanas infantiles en el campo de Algezares, en el club de Murcia, el entrenamiento con sus hermanos, el campeonato olímpico, y consciente del paso del tiempo, de todo lo que le quedaba por andar, rompió a llorar por la memoria de su brillante, única, raqueta azul.