lunes, 24 de enero de 2011

Malditos balidos

Permítanme que me sirva del ejemplo de un futbolero, Jesús, para poder llegar a explicar lo que quiero decir. Jesús es sevillista, abogado aunque no ejerza, guionista de un programa de humor de la tele, y retransmite los partidos en casa de su equipo de fútbol por una radio local. Pero sobre todo, lo que más nos importa en esta ocasión de Jesús, es su blog. El blog que creó este aficionado hará ya más de cinco años, cuando aún el rebaño desconcertado no entendía mucho la diferencia entre blog y Web. Fue todo un éxito. El particular libro de bitácora se plantó entre las primeras Webs visitadas por todo sevillista, sus comentarios tras sus posts constituían verdaderas mesas de debate, y el hecho de colaborar para el club de vez en cuando, le había otorgado un sillón preferencial en la agenda de los correveidiles.

Jesús comenzó a cogerle el gusto a eso de que tus palabras sean escuchadas por tantos y se dedicó a ir perfeccionado su crítica, buscando más pruebas para demostrar su objetivo: que la prensa miente. Que estamos ante un gran conglomerado de marketing que busca un único e incuestionable beneficio, el dinero. Y para ello saboteará, inventará y reescribirá todo lo necesario persiguiendo ese fin. Cambiará titulares, declaraciones, dándole vida con el fuelle de lo instantáneo, novedoso y efímero. Tener despierto el lado menos exigente y moralista del cerebro con mensajes fugaces y de obsolescencia programada.

Todos estos artículos pertenecen al gran dueño del mundo, el señor Biglietto. El señor es italiano, por lo visto. Y nosotros, españoles, dignos de pertenecer al Atlético de Madrid, al Betis, dignos de la Armada Invencible, de decir sí a los americanos cuando queremos decir no, de rogar porque ‘nos dejen pasar’, de segundo plato, de no valorar lo nuestro pensando que alguien lo hará por nosotros… de estúpidos, a resumidas cuentas. De estúpidos vamos por el mundo echándonos piedras sobre nuestro propio tejado. En Sevilla la prensa sevillana destroza ilusiones con rumores falsos acerca de sus dos equipos. En Madrid, lo importante es que gane el Real Madrid. ¿Son más buenos ellos que nosotros? No, sólo que les dan dinero por decir eso y a nosotros por decir lo otro.

Rafa Nadal, tenista, deportista, joven, icono de ilusión y esfuerzo. Que no se mete en líos ni se pelea por coches con series de 5000 unidades. Nadal, nacido en un pequeño pueblo de la costa balear, con mujer de toda la vida, sonrisa tímida, físico aparente. Perfecto para cualquier marca comercial. Nadal, ese mismo que cayó lesionado en 2005 y debió estar cuatro meses sin jugar.

Reapareció en Marsella, alcanzando las semifinales (derrota con Arnaud Clément) y conquistaría el título en Dubai ante el número 1 del mundo, Roger Federer, en un vibrante encuentro que se resolvió en el tercer set. En el tercer set.

Así despejó las dudas de meses alimentadas por periodistas de nuestro propio país acerca de su futuro rendimiento tras su lesión. Él no habló, ni dio declaraciones. Sólo cogió su raqueta y jugó, sin estar respaldado por nadie. Solo. Como cuando ganó todos sus triunfos. Él, solo.

Con esto quiero decir que jamás podremos estar a la altura de grandes países porque no queremos serlo, que no sabemos cuidar a nuestras figuras, de cualquier deporte, de cualquier especialidad. Por el simple hecho de hablar nuestra lengua materna y no necesitar un traductor a su izquierda, ya está perdiendo caché.

Somos así de buenas ovejas. He escuchado que los pastores se turnan para pasearnos. Mi preferido, el de los miércoles.

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