SANDRA CAMPO
Federer-Nadal, Nadal-Federer un binomio con fuerza suficiente para acaparar la cima del tenis desde hace años, y que cada temporada se reinventa para deleite de los aficionados a este deporte que no conoce de camaraderías cuando la pelota está en juego.
Sin embargo, esta pareja se retroalimenta mutuamente, transmiten a la perfección el espíritu de la competición deportiva tanto dentro como fuera del campo. Ambos se respetan y mantienen vivo el verdadero espíritu deportivo por la gloria del deporte de las primeras olimpiadas. Un ejemplo a seguir que ya podrían tener en cuenta en otras disciplinas deportivas.
Cuando se les pregunta quién es el mejor, en un alarde de empatía o falsa modestia, ambos se decantan por colmar el ego de su adversario. Federer sabe que los números lo avalan, hasta el momento sus 16 victorias en Grand Slam frente las 9 de Nadal, no dejan lugar a duda. Sin embargo, es muy fácil quedarse en esa superficialidad de los números y obviar que Nadal ha conseguido más en menos tiempo. Es bueno momento para hacer un reflexivo flashback. Allá por 2005, cuando Federer contaba con 24 años, lucía en su palmarés seis ensaladeras – Wimbledon 2003,2004, 2005; US Open 2004 y 2005; y Open Australia 2004-. Regresamos a 2010, Rafael Nadal, 24 años y 9 victorias en finales de Grand Slam – Roland Garros 2005, 2006, 2007, 2008, 2009 y 2010; Wimbledon 2008 y 2010; Open Australia 2009; y Open Estados Unidos 2010-. La gran progresión del mallorquín hace pensar en él como algo más que el natural sucesor, una estrella emergente. Pese a los elogios superlativos que el mundo del tenis y la prensa siempre tienen para Federer.
Esta temporada ha terminado siendo decisiva para los campeones. Durante todo el año Nadal acumuló victoria tras victoria, reconquistó Roland Garros, recuperó el número uno... En 2010 resurgió dejando atrás las lesiones que lo mantuvieron apartado de la competición gran parte de la temporada anterior. Si bien la competitividad de Federer se ponía en entredicho tras acumular varias derrotas sonadas como Wimbledon o Roland Garros. El suizo logró mantener la pelota en movimiento, haciéndose con la quinta Copa Masters en Londres y una vez más, dejando con la miel en los labios a Rafa Nadal en un torneo que se le resiste. Un claro mensaje para todos aquellos que pensaron que la temporada pasaría a la historia por albergar su eclipse final. Todavía no apaguen las luces amigos.
Ningún entendido podría haber imaginado un final de temporada mejor, ahora los fanáticos de este deporte nos vemos obligados a pulsar el botón de reinicio para encarar 2011. No obstante, Nadal tiene ahora un incentivo para mejorar. Lo dicho, se retroalimentan.
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